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Expertos en gastroenterología y dermatología confirman la importancia del eje intestino-piel, una conexión bidireccional que establece que la salud digestiva influye directamente en afecciones cutáneas como el eccema, la psoriasis, la rosácea y el acné. La clave de este vínculo radica en la microbioma intestinal, la comunidad de microorganismos que habitan nuestro tracto gastrointestinal. Cuando este microbioma se desequilibra (un estado conocido como disbiosis), aumenta la inflamación sistémica que se manifiesta visiblemente en la piel.
La disbiosis provoca que la barrera intestinal se vuelva más permeable, permitiendo que bacterias y subproductos pasen al torrente sanguíneo. Esta situación genera una respuesta inmunitaria y una inflamación generalizada que exacerba las enfermedades cutáneas. Factores modernos como el uso de antibióticos, el estrés crónico y una dieta pobre en nutrientes son los principales responsables de alterar este delicado equilibrio.
Para contrarrestar este efecto, los expertos recomiendan enfáticamente aumentar el consumo de fibra. Alimentos como frutas, verduras, legumbres y cereales integrales no solo nutren las bacterias beneficiosas, sino que también estimulan la producción de ácidos grasos de cadena corta (AGCC). Estos compuestos tienen un poderoso efecto antiinflamatorio que, al mejorar la salud de la barrera intestinal, contribuyen directamente a calmar la inflamación en el cuerpo y, por ende, a mejorar la salud y apariencia de la piel.